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Una voz desde San Quintín sobre el P. Dehon

La guerra en San Quintín también es para el P. Dehon un tiempo de reencuentros, para volver a ver viejos amigos o simplemente personajes que no había vuelto a ver desde hacía muchos años. Por eso el P. Dehon escribió en su diario de la guerra:

"En las pruebas se regresa hacia los amigos y los viejos conocidos... Se tiene necesidad, en los tiempos difíciles, de animarse recíprocamente, compartir las penas, comunicar sus esperanzas..."
(AD Inv.-Nr. 0067600).

Marc Ferrand, un habitante de San Quintín, después de la guerra publicó un libro, su diario de la guerra, con el título La ville mourut - Saint Quentin 1914-1917. No sabemos nada de este hombre, pero en una página de su libro describe la visita de un sacerdote. Con la mayor seguridad, se trata del P. Dehon:

"Mi buen amigo el sacerdote B. me ha traído al sacerdote D. Le vuelvo a ver con gusto. Hacía mucho tiempo que no había charlado con él, treinta y cinco años quizás. En aquel lejano tiempo él ejercía una creciente influencia sobre la juventud de mi generación.
Creador de obras, fundador de órdenes, es uno de esos apasionados hombres fríos, hechos para dominar. Además, noble paso, maneras de gran señor, diplomacia flexible mezclando la adulación con la autoridad. Una figura austera y seductora.

Había que verle también en su casa tapando a cada instante sus piernas delgadas en una sotana flotante, acomodándose las gafas en sus ojos con un movimiento de sus dos dedos, riendo con una risa semifría y sin alegría.

Le encuentro muy poco envejecido y siempre el mismo. Ha dado varias veces la vuelta al mundo y le gusta contar sus viajes. Observador penetrante, inteligencia neta; ha sabido ver bien las cosas y las gentes, y la rigidez de su escolástica no ha dañado la flexibilidad de su psicología. Es un espíritu vigoroso y un poderoso guía de los hombres"
(Marc Ferrand, La ville mourut. Saint-Quentin 1914 -1917, Paris 1923, p. 119).

Evidentemente este texto refleja de una manera algo patética la impresión que Dehon dejó en Ferrand, así como el ideal de lo que debe ser una persona dirigente. Por lo tanto lo leeremos con mucho cuidado, pero sea por los detalles, sea por la impresión general, el autor no se aleja demasiado de otros testimonios que tenemos.

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